Convicción, trabajo en equipo y estar abiertos al mundo son ecos que se amplifican cuando logramos disfrutar de los proyectos que se hacen realidad.
Porque eso es, al fin y al cabo, la meta de todo proyecto: aterrizar. Aterrizar y dar respuestas a las necesidades reales de la escuela, las familias y la sociedad. Es un hecho, que actualmente asistimos a una amalgama de metodologías en las aulas y escuelas que no tienen mucha consistencia porque no se construyen sobre el currículum. No vale cualquier cosa cuando buscamos soluciones.
Así como no tiene mucho sentido ponerse unas gafas cuando estamos en una habitación totalmente a oscuras, tampoco tiene sentido construir proyectos en la escuela sin conocer la arquitectura que nos brinda el conocimiento del currículum. La formación de profesorado precisa de lectura lenta y de práctica compartida.
Al igual que una cerilla ilumina en la noche, también existen experiencias que brillan con luz propia en educación. El CEIP Juan Pablo I en Valderrubio es un ejemplo de ello. Es un pequeño pueblo situado en la provincia de Granada y su luz es como una de esas cerrillas que alumbra un camino soñado por muchos y luchado por algunos. ¡Ahí está la chispa!
Escuchar y dialogar con Esther Diánez, Alberto López y Enedina Escobar como parte integrante del equipo de profesionales de este hermoso viaje me resultó muy inspirador. He de decir que tras la conferencia organizada la semana pasada, en el Centro de Magisterio “La Inmaculada”, aún resuenan sus ecos en mí. Tras 12 años de mucho trabajo desde el equipo directivo, la comunidad educativa del colegio Juan Pablo I se ha convertido en referente nacional e internacional. Ha logrado ser uno de los ejes institucionales que tiene voz propia en el municipio a través del Consejo de la Infancia. Con su colaboración e iniciativas se beneficia todo el pueblo. ¡Caramba, nos escuchan! parafraseando a Tonucci.
Escuchar y dialogar con Esther Diánez, Alberto López y Enedina Escobar como parte integrante del equipo de profesionales de este hermoso viaje me resultó muy inspirador. He de decir que tras la conferencia organizada la semana pasada, en el Centro de Magisterio “La Inmaculada”, aún resuenan sus ecos en mí. Tras 12 años de mucho trabajo desde el equipo directivo, la comunidad educativa del colegio Juan Pablo I se ha convertido en referente nacional e internacional. Ha logrado ser uno de los ejes institucionales que tiene voz propia en el municipio a través del Consejo de la Infancia. Con su colaboración e iniciativas se beneficia todo el pueblo. ¡Caramba, nos escuchan! parafraseando a Tonucci.
Ilustración de Francesco Tonucci
Escuelas Changemaker
El colegio forma parte de la red Escuelas Changemaker. Su propuesta educativa se centra en una metodología que gira sobre el trípode de Explorar-Crear-Ofrecer (ECO). La consecuencia lógica de trabajar en la escuela Aprendizajes Basado en Proyectos (ABP) te lleva es desembocar en Aprendizajes Servicio (APS). Aquí os dejo un enlace de uno de sus proyectos realizado durante la pandemia titulado Mi abuelo ya no se acuerda de mí un claro ejemplo de como aterrizar un proyecto.
Pequeñas experiencias de transformación social evidencian como fomentar la transferencia de conocimiento. De manera que podemos afirmar que se avanza en un doble movimiento: la escuela recibe (inspira) y también da (expira). ¡Que importante es poder respirar como organización educativa para cumplir con las metas de la educación!
Aquí van unas breves pinceladas referidas a los tres ecos que menciono al inicio de esta publicación.
- Convicción; para ello se requiere una conciencia del entorno y afianzar la convicción de que es posible aprender de otra manera. Hay que creérselo.
- Trabajo en equipo; en segundo lugar descubrir vitalmente el potencial que tiene trabajar en equipo como una necesidad para afrontar con mayor fortaleza contextos retantes y complejos.
- Estar abiertos al mundo; tener claro la importancia de estar abiertos al mundo y su realidad. Esta actitud requiere un cambio de mirada y la sensibilidad necesaria para detectar que todo lo que sucede en el mundo nos afecta, de uno u otra manera, y a partir de ahí captar el interés y la atención que requiere todo proyecto.
Esta interdependencia que existe en el mundo globalizado se evidenció durante la pandemia de una forma muy descarada. Para afrontar la incertidumbre y los miedos debemos romper con el pensamiento dicotómico entre lo lejano y cercano, entre lo global y lo local. Edgar Morín lo manifestó en el paradigma de la complejidad y Antoni Zabala afirma que se requiere un pensamiento complejo como respuesta para la comprensión e intervención en la realidad.
Termino con un breve inciso sobre la importancia del curriculum. Es un término polisémico por lo que no me voy a tener ahora en ninguna definición. Pero menciono aquí, grosso modo, algunos ámbitos que nos pueden ubicar en este laberinto curricular. A decir, el currículum no es sólo un producto en el que se indica lo que el alumno debe aprender en la escuela. Sino que, además de socializar a las nuevas generaciones, transmitir cultura, sistematizar los procesos de enseñanza y aprendizaje, posibilita y favorece el conjunto de experiencias educativas.
Como afirma Rovirosa, no olvidemos que la verdadera pedagogía es la iniciación a una vida más amplia, y ampliar la mirada es algo imposible cuando estrechamos los horizontes. Tomando como referencia a William F. Pinar en su libro La teoría del currículum (2014), subrayamos que no es suficiente con desarrollar el currículum también hay que comprenderlo. En esta línea, la filosofía del método Flores para Aprender (FpA) ofrece un modelo pedagógico a tener en cuenta. Y es que la arquitectura de todo proyecto es la clave, también esa arquitectura curricular que diseña espacios desde donde todos podemos aportar.
M.ª Isabel Rodríguez Peralta es licenciada en Traducción e Interpretación y en Filosofía y Letras (Sección Ciencias de la Educación), doctora en Pedagogía por la Universidad de Granada. Es profesora titular en el Centro de Magisterio “La Inmaculada” en el Departamento de Pedagogía. Pertenece al Área de Didáctica y Organización Escolar y colabora con el área de Teoría e Historia de la Educación. Creadora del método Flores para Aprender (FpA). Actualmente, es miembro del equipo de investigación en el proyecto I+D+I nacional, andaluz y FEDER en torno a las comunidades de práctica profesional y mejora de los aprendizajes: liderazgos intermedios, redes e interrelaciones. Escuelas en contextos complejos y retantes.
Es responsable del blog Claves para educar.