La experiencia del voluntariado

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Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.

En ocasiones se ha dicho que el carácter de un hombre se puede juzgar fácilmente por cómo trata a quienes no pueden hacer nada por él. El compromiso del voluntariado afirma y desmiente a un tiempo esta afortunada sentencia. Si bien es cierto que se trata de una acción (o de un conjunto de acciones) que se realizan desinteresadamente en beneficio de otros, esto no quiere decir que sea perjudicial para nosotros, más bien al contrario, el beneficio es inmediato y abundante.

Todos tenemos una historia que contar y son muchas las lecciones de vida que recibimos de aquellos con quienes compartimos nuestro tiempo, de aquellos a quienes brindamos nuestra modesta ayuda. Por ello es fundamental respetarlas, valorarlas y apreciarlas, ya que necesitan del concurso generoso de nuestras acciones solidarias. Bien es verdad que acabar con todas las injusticias que se producen a diario en el mundo es una tarea que excede nuestras modestas posibilidades como individuos, pero las pequeñas acciones que podemos llevar a cabo como voluntarios pueden generar un gran impacto en la sociedad y trascender los límites que habíamos previsto.

Ayudar a las personas mayores, colaborar con colectivos de inmigrantes, contribuir a la reinserción de hombres y mujeres privados de libertad, repartir comida en un comedor social, hacer terapias de grupo con personas drogodependientes, impartir clases de alfabetización, etc., son muchas las tareas que puedes acometer como voluntario. Todas ellas tienen un denominador común: te permiten valorar mucho más lo que posees, viendo tu propia vida desde otra óptica. Y es que enfrentar las situaciones de injusticia hace que muchas cosas de tu vida se resitúen, haciendo que el orden de prioridades se trastoque por completo.

“Con el tiempo y la madurez descubres que tienes dos manos, una para ayudarte a ti, y otra para ayudar a los demás” Audrey Hepburn

Aunque a veces la vorágine de este mundo frenético en el que vivimos nos lo impida, siempre deberíamos dedicar una parte de nuestro tiempo –por mínima que sea– al compromiso y a la solidaridad con los demás.  Como diría Eduardo Galeano, “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

David Porcel Bueno.

Artículo original publicado en la Revista Educar es Amar “Voluntariado: una vocación para la humanidad“, el 16 de diciembre de 2022.

David Porcel Bueno es profesor del Departamento de Filologías Románica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UGR. Es licenciado en Filología Hispánica (2009), Filología Románica (2011) y Filología Árabe (2014) por la Universidad de Granada, y en Filología Hebrea (2016) por la Universidad Complutense de Madrid. Obtuvo el grado de Doctor en Filología Española (2015) por la Universitat de València, con una tesis titulada “Variación y fijeza en la fraseología castellana medieval: locuciones prepositivas complejas en la literatura sapiencial castellana (siglos XIII-XV)”. Actualmente trabaja en un nuevo proyecto de investigación doctoral sobre la incorporación, a través de la mediación judía, de los tratados geográficos árabes en la historiografía alfonsí.

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